13 de julio de 2017

Moción sobre bicis en el monte

Descenso
El pasado jueves el Ayuntamiento de Los Molinos aprobó una moción que solicita a la administración gestora del Parque Nacional que el futuro Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) permita la circulación de bicis por caminos y sendas, modificando el borrador del PRUG que, a falta de educación cívica, prohíbe el ciclismo en caminos de menos de tres metros de ancho. Como fuimos excluidos del Parque, aquí Los Molinos es un municipio periférico sin voto pero con voz.

La moción se aprobó con los votos del PP, cuyo portavoz afirmó que hay que fomentar este deporte sano y no contaminante cuyos practicantes asimismo consumen en los comercios del pueblo, y propuso prohibir en todo caso las carreras de descenso.

El portavoz del PSOE se opuso destacando el impacto de los eventos deportivos masivos, que efectivamente son impactantes, aunque el borrador de PRUG los restringe. Afirmó que cuando una vaca pasa por el monte crea una vereda que luego aparece en una ortofoto, y por donde pasó la vaca no tardará en celebrarse una prueba deportiva masificada. Desde luego se estima que el Parque tiene más ciclistas (hasta 10.000) que vacas (4.000).
 

Erosión de caminos
El portavoz de ALM también alegó la masificación por la cercanía de la capital, citando las restricciones impuestas a las bicis en los erosionados caminos de Abantos, donde algunos suben en camión para luego bajar como esquiadores. Afirmó que la moción tenía “falsedades” ya que dice que hay pocos conflictos entre usuarios y pocos caminos de 3 m de ancho, mientras que para él ambos son frecuentes.

El portavoz de PLM veía con recelo la fuente de la moción -la International Mountain Bicycling Association (IMBA)-, afirmando que las bicis crean problemas y además que “hay una reticencia al uso de las bicis en ciudades”, dando voz así al lobby reticente a que los coches cedan un milímetro ante las alternativas no contaminantes.

Es cierto que IMBA es otro lobby, y que podían haber traducido su nombre. La asociación se opone al cambio de la norma actual, que permite la circulación de “velocípedos en general” por caminos, senderos y vías de uso tradicional -concepto harto interpretable- salvo en zonas de reserva. La Comunidad “pretende prohibir la circulación de [bicis] en caminos de menos de 3 metros de anchura. ¿Por qué? Nadie lo sabe”. Pues lo sabemos todos los que hemos tenido que salvarnos de repente ante la bajada de ciclistas todo terreno, dando voces de aviso o no (aunque nos hayamos encontrado también con ciclistas respetuosos). Por otra parte propone “reglas del camino” como ceder el paso y evitar derrapes y la consecuente erosión.

Sin duda los parques nacionales han cambiado su función primitiva -de conservación- por la de su explotación (lo que habrá que lamentar otro día). Pero mientras que en un parque temático el gentío en las atracciones da ambiente, nuestro parque se nutre de una naturaleza intacta y, al menos una parte del tiempo, apacible. Eso sí, su paisaje lo han conformado actividades como la extracción y la ganadería (sector excluido del patronato), y su población ha de vivir y desarrollarse. De hecho sus usuarios ascienden ya a 4 millones anuales, así que tiene aceptación.
 

Ciclismo slow
Un término medio lo propuso un vecino del Balcón de la Peñota: el ciclismo slow. Relató haber sido avasallado por bicis en caminos más de una vez y pidió solo que se les impusiera un límite de 30 km/h. También podría ser de 20 (fuera de circuitos para bicis), y al acercarse a paseantes o animales, de 10. Ahora, será difícil hacerlo cumplir sin poner radares en el monte. Por otra parte, si nuestros pueblos tuviesen conexiones de acerado con una franja donde los cicloturistas pudiesen andar sin respirar gases de escape, la oferta ciclista se diversificaría.